¿Los nuevos creadores de contenidos informativos, o de simplemente de ocio, verdaderos o falsos, documentados o inventados, que están generando las redes sociales y que han multiplicado los soportes donde los lectores y espectadores leemos y miramos la actualidad, pueden sustituir a los profesionales que hemos estudiado para ejercer este trabajo y que hemos aprendido en la práctica de una redacción , condicionados por un código deontológico y el respeto a la verdad? La respuesta puede ser bien sencilla: no.
Pero parece que las audiencias y los lectores tienen sus dudas. Por ello, en esta coyuntura social, nuestra profesión de periodista se encuentra en horas bajas. La independencia ideológica, la libertad de criterio, la información contrastada son valores que se ponen en cuestión. A menudo sólo se desea escuchar la información que no desvela la realidad sino que simplemente confirma la opinión de quien la busca.
La Unió de Periodistes Valencians (UPV) ofreció recientemente una jornada de discusión y reflexión con interlocutores de gran cualificación. En la sala del Palau de Comunicacións -antiguo edificio de Correos de València, reabierto ahora como foro y espacio expositivo-, pudimos escuchar testimonios de todos los perfiles personales que convergen en el ecosistema comunicativo nacional: desde Ignacio Escolar, director de elDiario.es, a María Jesús Espinosa de los Monteros, directora general de audio de Prisa Media, desde Marina Lobo de la web Spanish Revolution a Emilio Domenech, experto en política de EE.UU., sin olvidar los testimonios de Vicent Marco, Noa de la Torre, Antonio Lorenzo, Antoni Daimiel, entre otros.
El balance de la discusión desplegó numerosas conclusiones sobre un panorama actual que se encuentra en acelerada transformación, ya que del modelo tradicional sólo quedan en pie determinadas herramientas mientras que en el nuevo se están abriendo nuevos soportes y canales que son igualmente idóneos para difundir contenidos informativos contrastados, independientes y veraces. Mientras tanto, el papel convive con la edición digital, la radio en vivo y en directo así como la noticia al minuto comparten parrilla con el podcast, que dramatiza un aspecto de la noticia, y el montaje audiovisual que ilustra la imagen de la información. Hay que mantenerse vigilantes y reivindicativos con la precarización del mercado laboral y con la manipulación política o interesadamente comercial de la tarea informativa. Por otro lado el metaverso todavía no está ni por ahora se le espera.
Hermano Lobo (1972-1979), revista satírica dentro de lo que cabe, y ahora con el slogan añadido de "un ou dur per al Caudillo", es la exposición que nos ofrece estos meses de invierno de 2023 el Centre Cultural La Nau de la Universitat de València, en colaboración con la Diputació. La muestra nos permite un reencuentro y una nueva lectura de la información y la prensa en aquellos años últimos del tardofranquismo, en los que se seguía multando y cerrando publicaciones cuando los contenidos no gustaban a los censores y a sus inspiradores.
En el catálogo de la exposición escribo un artículo sobre lo que significó lanzar al mercado este semanario satírico por parte del grupo editorial de la revista Triunfo, donde yo escribía, y su mentor José Angel Ezcurra con la ayuda directa de Chumy Chumez. Mi participación en esta importante publicación es una iniciativa que agradezco a los comisarios de la muestra, Antonio Laguna y Francesc Martínez Gallego.
Me apropio en el titular del artículo de una respuesta habitual del lobo : "El año que viene si Dios quiere", para describir que la revista surge porque Triunfo en esos meses está padeciendo un cierre temporal por orden gubernativa y la empresa decide abrir otras cabeceras complementarias que le permitan cubrir la ausencia del semanario y por tanto la falta de ventas y actividad comercial. "Durante los meses de inactividad", escribo, "en compensación Ezcurra consiguió en el otoño de 1971 un permiso ministerial para sacar una revista de humor que pretendía sustituir el humor inteligente de La Codorniz y adaptar a la realidad española el referente francés de Charlie Hebdo (también llamado Hara-kiri Hebdo) de los años 60".
El índice de contenidos del catálogo es un lujo informativo porque une a las firmas de los dos comisarios las investigaciones y análisis de la prensa de esa época, firmadas por los profesores Gómez Mompart, Salgado, Tena Fernández, Vilches, Guillamet, Segado Boj y el testimonio literario de Manuel Vicent, uno de los escritores que colaboraron directamente en el éxito de lectores de Hermano Lobo.